No lo puedes negar, cuando escuchamos hablar de personas que viven en un estado de gratitud, muchos de nosotros pensamos casi automáticamente que deben ser monjes, o algo así, ¿no es verdad? No pensamos en personas como tú y como yo. Para muchos, la idea de que debemos vivir en ese tipo de estado, puede sonar incluso demasiado hippy.
En realidad, y paradójicamente, la práctica de gratitud o “vivir en un estado de gratitud” puede ser de gran ayuda para personas que no están atravesando sus mejores momentos. De hecho, en la actualidad, existen estudios que demuestran que la gratitud puede tener un gran impacto en la mejora de nuestra salud física y mental. Más en concreto, puede afectar a nivel cardiovascular, en nuestras relaciones personales, a nuestro rendimiento físico y cognitivo. Además, una práctica regular de gratitud puede proporcionar resiliencia al trauma.
Pero, ¿qué significa practicar la gratitud? La práctica más conocida de gratitud es la de recordar todas aquellas cosas de las que “disponemos” y que damos por sentado: salud, familia, un hogar, etc. También podemos agradecer las cosas que hemos logrado como, por ejemplo, un empleo que nos guste o terminar un curso de formación que era importante para nosotros. Podemos dedicar unos minutos a diario a concentrarnos en recordarlas y permitirnos disfrutarlo. Algunos expertos en el tema afirman que llevar un registro diario de gratitud nos puede ayudar a aliviar el estrés.
Lo mencionado en el anterior párrafo, es lo primero que se nos viene a la cabeza. De todos modos, la práctica de gratitud, no se queda en hacer un repaso mental agradeciendo hechos de nuestra vida, preferiblemente a diario. Te sorprenderá que practicar la gratitud puede ir más allá de escribir en una lista o recitar mentalmente las cosas por las que estamos agradecidos. De hecho, algunos estudiosos de este tema opinan que esa no es la forma de gratitud con mayores efectos positivos potenciales para nosotros. ¿Quieres saber más?
Al parecer, la práctica de gratitud más potente no es en la que uno “agradece”, sino en la que a uno “se le agradece” alguna cosa. Es decir, el momento en el que uno mismo recibe un “gracias”. Existen algunos estudios que demuestran un efecto a nivel neuronal muy importante cuando se nos agradece alguna cosa. Por eso mismo, no debemos olvidar la importancia que tiene para la vida de las personas que nos rodean el simple gesto de que les expresemos gratitud, ya sea por teléfono, por mensaje, por email o en persona. Es muy curioso, si lo pensamos bien, lo cierto es que todos tenemos la capacidad de cambiar la actividad neurológica de las personas que nos rodean e influir en su energía de modo positivo. Es fascinante, ¿no te parece? De todos modos, hay que recordar que cada uno es responsable de su propio bienestar emocional y de trabajarse en dirección positiva, aunque se estén atravesando momentos difíciles. Así que por mucho que, por mucho que agradezcamos o que “expandamos nuestro amor”, no está completamente en nuestras manos el “salvar” a otros de sus situaciones personales. Cada uno tiene que poner de su parte.
Volvamos a las formas de practicar gratitud. La anterior, como puedes imaginar, es una práctica que podemos realizar nosotros, pero que afecta especialmente a los demás. Y, obviamente, no está completamente en nuestras manos ser el objeto de agradecimiento. Por muchas cosas buenas que creamos hacer, en muchas ocasiones, podemos no recibir ese agradecimiento o amor que esperábamos. Así que pasemos a otra forma de entender la práctica de la gratitud porque, a veces, nos podríamos pasar la vida esperando a que alguien haga algo que esperamos, ¿no crees?
Se ha demostrado, a través de otros estudios (solo tienes que googlear para encontrarlos y profundizar sobre el tema) que observar la gratitud en los demás también tiene un impacto positivo en nosotros. Es decir, también afecta conocer historias sobre personas que se han enfrentado a situaciones muy difíciles y que, de una forma u otra, han conseguido superarlas (en parte) gracias a la ayuda que otras personas les han ido brindando ayuda por el camino. Efectivamente, presenciar actos de empatía, solidaridad y gratitud tiene efectos a nivel neurológico en nosotros y se ha demostrado capaz de cambiar nuestra fisiología y de activar lo que algunos expertos denominan el circuito de gratitud. Esto, sencillamente, nos hace sentirnos mejor.
Existen otras prácticas de gratitud y otros temas relacionados con la forma en que nos pueden afectar y ayudar en nuestra vida. En el artículo que has leído hoy, hemos mostrado algunas pequeñas pinceladas de este tema tan interesante. Si te ha gustado, y quieres saber más, te recomendamos que estés pendiente de nuestro blog. En futuros artículos, desgranaremos más cuestiones interesantes para ti.
¡Esperamos volver a verte pronto!