El aprovechar la siesta no es ninguna tontería, ya que existen diversos estudios que asocian un buen descanso con la salud y el rendimiento, ya que otorga beneficios en el control emocional, la capacidad de concentración y la productividad laboral. Por tanto, es importante conocer la mejor forma de incorporar la siesta a nuestra rutina para que ésta nos beneficie.
¿Quién debería echar una siesta?
A pesar de sus beneficios, cada persona es un caso diferente y no a todo el mundo le sienta bien la siesta. Si esta es efectiva, deberías despertarte fresco y con energía.
Se recomienda sobre todo para gente que realiza grandes esfuerzos físicos, como obreros de la construcción; camioneros, por el gran desgaste mental que supone estar constantemente concentrado para conducir o, en general, cualquier persona que realice un desgaste tanto físico como mental en su jornada que necesite un cierto grado de recuperación a mitad del día.
Sin embargo, otras personas deberían evitar la siesta.
Uno de ellos es el caso de la gente que tenga problemas para dormirse por la noche. Aunque a lo largo de su día manifieste síntomas de cansancio, si echa una siesta volverá a tener problemas para quedarse dormido por la noche.
Por otro lado, hay personas que se despiertan de mal humor, además de que les cuesta salir del trance de la siesta, es decir, que les cuesta volver al ritmo del día, e incluso pueden estar más cansados de antes de haber dormido. Para este tipo de casos lo mejor es sustituir la siesta por otra alternativa relajante, como podría ser caminar o meditar.
Cómo organizar la siesta
Para organizar bien una siesta y que ésta sea efectiva, debemos tener en cuenta tres variables: cuánto, cuándo y dónde.
El cuánto hace referencia al tiempo de duración de la siesta. No debe ser superior a treinta minutos, ya que, si dura más, podemos entrar en una fase de sueño más profunda que puede tener consecuencias negativas al interrumpirla. Además, también puede afectar a nuestro posterior sueño nocturno y que nos cueste trabajo dormir de noche.
El cuándo hace referencia al momento del día. Lo ideal es después de comer, ya que la sobremesa nos suele producir somnolencia, además de que llevaremos aproximadamente unas ocho horas despiertos.
El dónde se refiere al lugar en que echamos la siesta. Este debe ser cómodo, silencioso y no muy iluminado. No es necesario ni oscuridad ni silencio absoluto, ya que es un corto periodo de tiempo. También es recomendable arroparse, puesto que puede bajar tu temperatura.
Trucos para una siesta efectiva
Compartimos una serie de consejos para que la siesta sea lo más efectiva posible.
En primer lugar, debemos ser capaces de desconectar de manera rápida para conciliar pronto el sueño, ya que la siesta tiene un tiempo limitado y, si no nos dormimos con cierta rapidez, puede que luego no podamos dormir lo que necesitamos.
Para conseguir esto debemos dejar a un lado las preocupaciones mentales. Una forma de tranquilizarse es escribir antes de acostarnos las tareas que tenemos que realizar después. Así nos quedamos tranquilos sabiendo que tenemos controlado ese aspecto y nos podemos permitir descansar.
También es importante, para no pasarnos del tiempo máximo establecido para la siesta, programar una alarma. Así también tendremos la tranquilidad de no pasarnos de hora ni llegar tarde después, en caso de que trabajemos por la tarde o tengamos otras obligaciones. Para evitar interrupciones, debemos dejar el teléfono móvil apagado o en silencio, solo con la opción de que suene dicha alarma.
Por otro lado, es recomendable echarse la siesta en la cama, para acercarnos lo máximo posible al escenario del sueño, ya que esa es la posición natural para ello.. No hace falta ponerse pijama, pero sí dormir tumbado, ya que hacerlo de otra postura puede acarrearnos dolores de cuello o espalda. Además, diversos estudios confirman que cuesta hasta un 50 % más de dificultad dormir de forma sentada, medio incorporada o en alguna posición forzada o incómoda.
Como decíamos en el apartado anterior, no hace falta sumirnos en una oscuridad absoluta, pero sí que podemos utilizar algún método para bloquear la luz, como un antifaz.
Por último, debemos tener en cuenta que la siesta es una habilidad que requiere entrenamiento aunque, en poco tiempo y sin gran esfuerzo podemos adquirir este hábito.
Si lo intentamos y practicamos a diario, siempre a la misma hora, y siguiendo los diferentes consejos y recomendaciones indicados, nuestro cuerpo incorporará este hábito de forma natural, asociando esta actividad a un tiempo específico. Este hábito se puede lograr sin problemas en un plazo aproximado de tres meses. Así cada vez nos costará menos dormirnos y la siesta corta será más efectiva, lo que aumentará nuestra productividad y rendimiento, mejorando nuestro bienestar y ayudándonos a afrontar mejor la rutina diaria.