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El deporte como herramienta terapéutica

23 agosto, 2022

El deporte tiene muchísimos beneficios para la salud física, y se incide mucho en ellos para introducir la actividad física en la rutina de cualquier persona.

Sin embargo, aunque no sea tan reconocido como herramienta terapéutica, el deporte tiene también muchas ventajas y aspectos positivos para mejorar la salud mental y favorecer los progresos terapéuticos, ya que es importante tanto el cuidado físico como el cuidado mental de nuestra salud. De hecho, debe existir un equilibrio entre ambos, ya que, tanto el funcionamiento de nuestro organismo afecta al desarrollo del bienestar psicológico y emocional, como al revés.

No obstante, se debe entender que el deporte no es un tratamiento integral de ninguna patología, sino que solo es una herramienta contributiva. Es decir, que se debe complementar con un tratamiento adecuado a la enfermedad que sufra cada persona.

Beneficios psicológicos del deporte

Una vez aclarado que el deporte se puede utilizar como herramienta terapéutica complementaria de algún tratamiento psicológico, vamos a compartir algunos de los beneficios psicológicos de su práctica.

Mejora la autoestima. Además de moldear nuestro aspecto físico, la práctica de deporte favorece la autopercepción y la confianza en nosotros mismos, por lo que aumenta nuestra autoestima y hace que nos sintamos más válidos y seamos capaces de alcanzar metas, tanto físicas como mentales.

Ayuda a combatir el sedentarismo. Los hábitos sedentarios son aspectos a evitar en el cuidado de nuestra salud, siendo este un comportamiento muy común dentro de las enfermedades mentales. 

La construcción de una rutina deportiva ayudaría a reducir el sedentarismo, promoviendo la estimulación sensorial, la capacidad de planificación y el desarrollo de la destreza psicomotora. Además, ayuda a que las personas puedan marcarse retos y objetivos personales, que con su consecución mejoraría la capacidad de autoeficacia personal. 

Previene la aparición de enfermedades cognitivas. El ejercicio físico tiene la capacidad de mantener a nuestro cerebro siempre activo, lo que ayuda a prevenir enfermedades de tipo degenerativo, como algunas demencias. Además, se producen mejores conexiones neuronales, lo que mejora el rendimiento cerebral, la capacidad, la memoria y la atención.

Disminuye el estrés y la ansiedad. La actividad física nos ayuda a controlar las sensaciones que pasan por nuestra mente, a neutralizar los pensamientos negativos y a distraernos de las preocupaciones externas. Por tanto, además de ayudarnos de forma física a calmar la tensión muscular de nuestro cuerpo, también libera el estrés y reduce la ansiedad.

Ayuda a desarrollar mejores relaciones y habilidades sociales. Al obtener la confianza en nosotros mismos, nos proporciona más herramientas para nuestras relaciones sociales, ayudando a comunicarnos mejor con los demás. Esto nos permite disfrutar de una manera sana de las interacciones sociales.

Muchas personas que sufren trastornos psicológicos, bien por sus fobias, miedos o por su ansiedad, tienden al aislamiento social, por lo que el deporte puede suponer una gran ayuda para ello. Es importante mencionar que los deportes colectivos fomentan, las habilidades comunicativas y las relaciones interpersonales, mientras que el ejercicio individual potencia mucho más, la comunicación intrapersonal, la independencia, la planificación y la superación personal.

Aumenta los niveles de felicidad. Este apartado tiene una base totalmente química, ya que el deporte activa la producción de endorfinas, un neurotransmisor que reduce el dolor y genera sensaciones de bienestar y felicidad. Por ello es una excelente herramienta para mejorar el estado de ánimo en trastornos como la depresión, o reducir síntomas como la fatiga y el desinterés.

Mejora la coordinación. Nuestros músculos tienen memoria. Esto quiere decir que son capaces de recordar actividades hechas con anterioridad. Por ello, el entrenamiento muscular permite utilizar dichas habilidades aunque no estemos entrenando. Mentalmente hablando, sentirnos más coordinados y menos torpes aumenta nuestra seguridad, además de ayudarnos a conocer mejor nuestro cuerpo y nuestras capacidades y límites.

Mejora la calidad del sueño. Hacer ejercicio también contribuye al sueño y a mejorar su calidad. No obstante, debemos tener en cuenta que es recomendable su práctica por la mañana o al mediodía ya que, si lo realizamos muy tarde a la hora de acostarnos aún estaremos demasiado activos. Por ello es mejor practicar actividad física como medio de activación matutino, para comenzar el día con energía, e ir calmando las actividades a lo largo del día.

Por último, debemos tener en cuenta que, si bien practicar deporte es muy beneficioso, la actividad física a realizar debe adecuarse a nuestras condiciones físicas, nuestra edad y nuestras necesidades. No todos los deportes son aptos y recomendables para todo el mundo, más si no practicamos ejercicio con regularidad y no disponemos de ese hábito en nuestra rutina diaria. 

Por ello es recomendable que busquemos ayuda de alguien profesional en el mundo deportivo, como un entrenador personal, que nos guíe con unas pautas básicas y que nos hagamos un chequeo médico general para conocer con exactitud cómo se encuentra nuestra salud física.